La población de este distrito y del vecino Chikhwawa, en la frontera sur de Malawi con Mozambique, que sobrevivió a las inundaciones de fines de enero y vio cómo el agua se llevaba sus casas, sus animales de cría y otras pertenencias, ahora está expuesta a un brote de cólera.
Las autoridades atribuyeron el hecho a las malas condiciones sanitarias dejadas por las inundaciones. Más de 550 retretes de material con pozo fueron arrasados por el agua solo en Nsanje, uno de los distritos más golpeados por el desborde fluvial.
Las aguas servidas contaminaron fuentes limpias como perforaciones y pozos, lo que escaló la incidencia de cólera, según Humphrey Magalasi, asistente del Gerente de Desastres de Nsanje.
"Casi todas las viviendas de las zonas rurales del distrito usan retretes con pozo. Todo su contenido terminó en las fuentes de agua potable", dijo Magalasi a IPS.
Las perforaciones, los pozos, los ríos y los arroyos son la principal fuente del recurso vital en las zonas rurales de Malawi. La gente los usa para todo. Casi no hay grifos.
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Lucy Mateyu es soltera, tiene siete hijos y vive en la aldea de Mulolo, en el distrito de Nsanje. Esta mujer de 46 años contó a IPS que estaba preparando el almuerzo para la familia cuando la zona se inundó, el 23 de enero.
"Hacía tres días que llovía fuerte y sin parar, y mi hijo mayor me había dicho que había visto caer nuestro retrete. Antes de que pudiera ir a ver, la parte principal de la casa se desplomó. Creo que nos salvamos porque estábamos todos en la cocina y los otros seis niños estaban acurrucados alrededor del fuego para no tener frío", relató Mateyu.
Todos corrieron hacia un cerro y vieron cómo se formaba una corriente de agua embravecida que arrasaba con todo. La familia encontró refugio en un campamento para damnificados, montado por el gobierno.
Unas 6.000 personas sufrieron una experiencia similar a la de la familia de Mateyu. En muchos casos, el ejército debió intervenir con helicópteros y trasladar a las personas que quedaron atrapadas en sus viviendas a los campamentos.
Pero los refugios están congestionados y los sobrevivientes viven en malas condiciones de higiene. Salones de clase y dependencias estatales se utilizan para alojar a las personas desplazadas.
"Somos 21 personas en una habitación pequeña y compartimos un solo baño, que rara vez está limpio", se quejó James Masitala, de 51 años, quien está en el mismo campamento que Mateyu y sus hijos.
"Alguna gente defeca en los matorrales y eso agrava el problema", dijo Masitala a IPS.
Según el Ministerio de Salud, unas 103 personas de Nsanje y del distrito vecino de Chikhwawa contrajeron cólera desde el inicio de la estación de lluvias en noviembre de 2011.
"También aparecen otras enfermedades que causan diarrea", apuntó Magalasi. El gobierno distribuye cloro a las familias de las aldeas arrasadas por las inundaciones y de las que rodean a los campamentos, apuntó.
"Queremos que la gente tome agua tratada, pues la mayoría de las fuentes potables están contaminadas. También realizamos campañas de sensibilización sobre la importancia de la higiene y trabajamos para mejorar el saneamiento en los campamentos construyendo más retretes provisorios", añadió Magalasi.
El año pasado hubo unos pocos incidentes de inundaciones en Nsanje y Chikhwawa durante la estación lluviosa y solo se registraron 76 casos de cólera en todo el país.
El comisario de distrito para Nsanje, Rodney Simwaka, dijo a IPS que el gobierno trata de mejorar la capacidad de la población para hacer frente a las inundaciones desde hace tres años, pues la zona es propensa a este problema.
Nsanje y Chikhwawa se ubican en la parte baja de Malawi, y el río Ruo, que desciende de la montaña de Mulanje, suele bajar con un fuerte caudal que inunda ambos distritos.
El Ruo desemboca en el río Shire, el más grande de Malawi y uno de los tributarios del Zambezi, en Mozambique. "Tenemos dispositivos que miden el nivel del agua y contamos con la participación de comités de aldea, pero este año las inundaciones nos tomaron por sorpresa", dijo Simwaka a IPS.
Por otra parte, el gobierno recomienda a las personas que viven en áreas propensas a los desbordes de los ríos que se muden a terrenos más altos antes de la estación de lluvias, pero muchas se resisten.
"La gente suele ser renuente a dejar sus casas y sus terrenos y se ven obligados a dejar todo cuando llega el agua. Eso complica el manejo de la situación", indicó Simwaka.
Hay una campaña de plantación de árboles en la zona como forma de mitigar las consecuencias de las inundaciones. El área sufrió una gran deforestación porque uno de los sustentos de la población local es la producción de carbón, que se vende en Blantyre, el principal centro comercial y administrativo de Malawi.
La temporada de lluvias termina en abril, y todavía hay riesgo de inundaciones para Chikhwawa y Nsanje, según pronósticos del Departamento de Cambio Climático y Servicios Meteorológicos, que alertó sobre tormentas tropicales que causarán más precipitaciones fuertes este mes.